weliwenvaldivia@gmail.com

weliwenvaldivia@gmail.com

jueves, 31 de mayo de 2007

MEMORIAS DE LUCHA ESTUDIANTIL

HOGAR MAPUCHE PELONTUWE

Pocos sectores del movimiento mapuche pueden mostrar ante nuestro pueblo los logros que los estudiantes han conquistado. Son cerca de 100 los universitarios mapuche que hoy viven en el Hogar Pelontuwe. Otros 100 lo hacen en el Hogar ubicado en Padre Las Casas y otro centenar habita en alguno de los otros tres hogares, más pequeños, existentes en Temuko y forjados a punta de rebelión. Constituyen la generación de recambio. El futuro de nuestra Nación.

Por Wladimir PAINEMAL* / Jueves 31 de Mayo de 2007

- Movilización estudiantil, año 2003. Foto de Archivo.

Temprano salió un primer grupo para asegurar el recinto y chequear que el camino estuviera despejado para todos. Ingresaron saltando cercos y prendiendo las primeras fogatas.
El pasado 25 de mayo regresamos al Hogar. Fuimos a celebrar los 10 años, invitados por los actuales dirigentes, chicos y chicas que no superan los 20 años promedio.
“Peñi, lamngen, debido a la falta de recursos financieros, el Hogar se cierra este año”. Así se iniciaba -10 años atrás- una de las múltiples asambleas que llevábamos a cabo en el hoy desaparecido Hogar estudiantil “Claro Solar” de Temuko. No eran días fáciles para los estudiantes mapuche. Los últimos días de febrero del año 1997 nos encontraban gestionando recursos en la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) y esa había sido la respuesta de parte de la institución. No existía en la Ley Indígena ninguna mención al tema de los hogares, nos recordaban las autoridades, por lo tanto se cerraban las puertas a cualquier solución.1997 fue un año complejo para los universitarios mapuche organizados en Temuko. Éramos 30 los estudiantes que habitábamos entonces un viejo inmueble con capacidad máxima para 15. Los reclamos por contar con un Hogar se arrastraban desde el año 1992, cuando se crea el primero de ellos, exclusivo para los estudiantes de la carrera de Pedagogía Básica Intercultural Bilingüe, de la Universidad Católica. La necesidad hizo que dicha exclusividad durara poco tiempo, abriéndose el año 1993 -por iniciativa de los mismos residentes- cupos para estudiantes de otras carreras. Esto provocó los primeros roces con la institucionalidad y el inicio del hacinamiento.Pasaron 3 años, en los cuales nos debatíamos en constantes luchas por mejorar la calidad de la alimentación, en organizarnos legalmente y en auto-educarnos en los conocimientos propios de nuestro pueblo. Una actividad que nos reunía con otras casas estudiantiles era la celebración del We Tripantu. Nuestro Hogar estaba ubicado a una cuadra de la Plaza de Armas de Temuko y allí nos dirigíamos para la rogativa. La reacción de la gente era mirarnos con extrañeza. No alcanzábamos a estar cinco minutos en la plaza y la policía ya nos tenía rodeados. “Señores, su identificación”, “Señores, tenemos reclamos por el ruido”, eran las frases donde se ocultaba el racismo policial. Pero eran noches de alegría, de esperanza y sin mucho que lamentar regresábamos a nuestro Hogar, un vetusto edificio de dos pisos que aun se mantiene en pie.Como estudiantes estábamos organizados. Legalmente, incluso, a través de la figura de una Asociación de Estudiantes y Profesionales Mapuche, denominada “Weche Kimün” y validada ante la CONADI. Fue esta Asociación la que nos permitió administrar el Hogar de “Claro Solar” desde el año 1994 hasta inicios del 97', cuando nos informan que ya no existían más recursos estatales para sostenerlo. En asambleas evaluamos mil estrategias. Alguien habló muy aguerrido de autogestión, bello concepto que chocaba sin embargo contra la realidad de pobreza extrema de gran parte de nuestras familias. Fue entonces cuando un funcionario de la propia CONADI nos reveló -“para callado”- que al lado de la Subdirección Nacional Sur del organismo, existía un edificio estatal en desuso.
Tras visitarlo, concordamos que era la instalación que necesitábamos. Un edificio con 3 pabellones para dormitorios, un amplio casino para 100 personas, sección de oficinas y salas de clases, un patio, una pequeña multicancha y un salón para eventos. Estaba sucio, maltrecho y abandonado, pero significaba el fin de nuestra búsqueda como estudiantes sin techo. Curiosos, llegamos hasta la Biblioteca de Temuko para conocer su historia. Sabíamos que en dictadura había funcionado como un Hogar de Menores. La gran sorpresa fue saber que en los años 70', Salvador Allende lo había construido a petición del movimiento mapuche, como parte de un proyecto educativo denominado Pelontuwe y que tenía como epicentro el denominado Fundo Trianon.
No quisimos hacerlo solos. Socializamos la idea por todas las universidades de Temuko, nos reunimos en la sede de la organización Newen con el Centro de Estudiantes de Educación Básica Intercultural de la UCT, con el Grupo Universitarios We Kintun de la Universidad de La Frontera y con colectivos mapuche de la hoy desaparecida Universidad de Temuko. Invitamos también a los compañeros que residían en el denominado Hogar de calle Bello, un albergue independiente que contaba con el apoyo económico de una congregación religiosa. No hubo dudas en la legitimidad de recuperar ese espacio. Solo debíamos fijar una fecha y la elegida fue el 3 de abril de 1997. La madrugada del 3 de abril de 1997, para ser más exacto.Un winka, un trewa y 40 estudiantesBastante fría estuvo esa mañana de 1997. Todos estábamos trasnochados, pues trabajamos hasta la madrugada preparando los lienzos, empacando nuestras pertenencias y amarrando colchones que atábamos con frazadas a improvisadas lanzas de coligues. Habíamos tenido en la semana numerosas reuniones previas de planificación. Sabíamos que no se trataba de una ocupación temporal o simbólica. Era el traslado completo de un Hogar estudiantil, una operación logística de gran complejidad que debía realizarse en el más absoluto secreto. Buscábamos a todas luces evitar que nuestro objetivo fuera cercado por fuerzas policiales. Y también convencer hasta el último de nuestros peñi, lamngen, que la movilización que emprendíamos esa mañana era sin retorno.
Temprano salió un primer grupo para asegurar el recinto y chequear que el camino estuviera despejado para todos. Ingresaron saltando los cercos y se encargaron de prender las primeras fogatas de soberanía. El grueso de los estudiantes los siguió de cerca. Nerviosos, saltamos uno tras otro las vallas de hierro que aun permanecen resguardando el perímetro de la propiedad. No era una maniobra fácil y varios no lograron aterrizar muy compuestos al otro lado. Siete estudiantes resultaron con lesiones menores al saltar el cerco y por la tarde, una vez asegurada la ocupación, varios de ellos fueron a parar hasta el Hospital Regional. Más tarde sabríamos que las puertas principales del recinto estaban abiertas, sin candado, una anécdota que hoy me atrevo a hacer pública y que cuando la recordamos hoy nos hace sonreír y por supuesto sonrojar. No entramos solos al recinto. Recuerdo la presencia de un estudiante chileno. Uno entre varios que llegaron a apoyarnos más tarde y cuya amistad con el Hogar se mantuvo por largos años. Andrés Carvajal era un santiaguino, estudiante de antropología en la Universidad Católica. Informado de la recuperación del recinto, se puso a disposición de los estudiantes para lo que fuera. Le correspondió la tarea de filmar aquella histórica jornada. Desde los preparativos en el “Claro Solar”, hasta el accidentado ingreso de todos nosotros al recinto. Días más tarde alternaría su rol de documentalista con el de cocinero, guardia y barrendero. Andrés era un joven militante de izquierda que sentía como suya nuestra causa. Siempre buscó por lo demás predicar sus convicciones con el ejemplo. Años más tarde y con un masivo apoyo de los estudiantes mapuches, llegaría a ser Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Temuko.
No nos dimos cuenta ese día, pero junto a nosotros se mezcló también un singular personaje, el más popular en los años venideros. Me refiero a un trewa que había hecho de la UFRO su casa y que aquella mañana decidió simplemente seguir a la muchedumbre, un kiltro de mediana estatura que se transformó en nuestro fiel guardián durante largos años, hasta el día de su misteriosa desaparición. Algunos dicen que murió heroicamente enfrentando a la policía tras una barricada estudiantil. Otros que fue secuestrado por la perrera municipal, a sabiendas de su prontuario y escasos hábitos higiénicos. En la universidad lo llamaban el “perro lacrimógeno”, por su afición a jugar con las bombas lanzadas por Carabineros. En esta tarea perdería un ojo años más tarde. En el Hogar lo bautizamos como “Patanko”, la versión mapuche de “Patán”. Mientras su parentela sigue en el Hogar, Patanko se transformó en un mito. Y su leyenda crece y crece.
10 años de aprendizajeDespués de 17 días de lucha, en los cuales el entonces Intendente Regional Oscar Eltit (hoy nuevamente en el mismo cargo) se opuso terminantemente a reconocer el nuevo Hogar Estudiantil, logramos firmar un protoloco de acuerdo con las autoridades. La fuerza mostrada por nuestro movimiento, el apoyo obtenido de parte de numerosas organizaciones e instituciones mapuches de la época, incluso de actores relevantes del quehacer regional como el entonces Rector de la Universidad Católica, monseñor Jorge Hourton, destacado por su defensa de los derechos humanos en plena dictadura, nos dotó de una legitimidad inesperada para el gobierno. Tras 17 días de lucha, parte del viejo edificio era entregado a los estudiantes movilizados. Otra parte quedaría -según el protocolo- en manos del INDAP, su propietario “legal”. Firmamos el acuerdo sin dudarlo. Y a las semanas, por la vía de los hechos, recuperamos el espacio del INDAP.Siempre soñamos en el “Claro Solar” con un recinto que nos permitiera no solo dormir y comer, sino también realizar talleres políticos, ceremonias tradicionales, jornadas culturales, etc. En “Las Encinas”, como se conoció por largos años el Hogar, teníamos mínimas condiciones para ello y las aprovechamos. Desde el primer año instauramos los famosos talleres de formación y aprendizaje, aquellos que el gobierno más tarde tildaría de “adoctrinamiento marxista”. Decenas de profesionales de diversas áreas, mapuche y no mapuche, antropólogos, sociólogos, educadores, lingüistas, historiadores se turnaban con ngenpin y kimche de comunidades que nos visitaban y nos permitían formarnos como personas. Claves resultaron esas jornadas para dar contenido a nuestras demandas. También para fortalecer nuestra identidad nacional. Varios son los ejemplos de jóvenes que llegaron negando su identidad y hoy son líderes en sus comunidades. A pesar de las continuas amenazas de desalojo, de clausura, de cierre que nos afectaban y que nos hacían salir una y otra vez a las calles, nos dimos el tiempo de fortalecer el movimiento estudiantil. Las propias movilizaciones nos llevaron a organizarnos con otros hogares de Temuko y del país. Fue así como surge la Coordinadora de Hogares Mapuche, instancia clave para enfrentar las arremetidas del gobierno a partir del año 2001. También cobijamos en el Hogar a estudiantes mapuche de enseñanza media, a dirigentes de diversas organizaciones, al Comité de Apoyo a los Presos Políticos. Desde el Hogar salieron -de manera individual casi siempre- numerosos jóvenes a apoyar conflictos territoriales en diversas comunidades de Arauco y Malleco. Algunos terminaron presos. Otros perseguidos. Tras un período de aprendizaje y maduración política, la mayoría retomó sus estudios más tarde y hoy son profesionales al servicio de nuestro pueblo.
La construcción de la Represa Ralko fue uno de los conflictos que generó un fuerte compromiso de todos los miembros del Hogar. Se hicieron equipos de trabajo para permanecer por semanas en la zona cordillerana, con rotación en las delegaciones y un esfuerzo humano que hoy nos enorgullece. Todos y cada uno de quienes participamos de aquellos viajes maduramos. Crecimos. Ya sea charlando con ñaña Nicolasa, tomando mate con el lonko Antolin, hoy fallecido, sonriendo con las chispeantes ocurrencias de ñana Berta o bien defendiendo con piedras la ocupación del camino en Palmucho, bajo la persistente lluvia y el agua-nieve, algo recuperamos de la lucha de nuestros ancestros. Fue nuestra particular versión de los “trabajos voluntarios” que nuestros compañeros de universidad realizaban cada invierno en alguna población o comunidad en riesgo. Ellos iban a construir mediaguas y reparar cercos. Nosotros a reconocernos aún más como mapuche en la resistencia de nuestra gente.
Mirar al futuro
El pasado 25 de mayo regresamos junto a otros al Hogar. Fuimos a celebrar los 10 años, invitados por los actuales dirigentes, chicos y chicas que no superan los 20 años promedio. Nos encontramos con varios peñi y lamngen “antiguos”, muchos de los cuales no veíamos hace años. Recordamos junto a ellos las peripecias de nuestra llegada, los allanamientos policiales, las largas negociaciones, las emotivas huelgas de hambre. Pudimos también escuchar a la nueva dirigencia y sorprendernos gratamente con su capacidad de oratoria, el nivel de su compromiso, la claridad de sus ideas, la fuerza de sus convicciones. No descubrimos en ellos ni la mezquindad, ni la ambición por el poder que pareciera permear a otras organizaciones. No descubrimos en ellos fundamentalismos arcaicos, ni tampoco vanguardismos obsoletos. Solo encontramos a la generación del siglo XXI, llena de vida, alegre, solidaria, rebelde y también contradictoria a ratos, como son los jóvenes aquí y en la quebrada del ají.Quisimos dejar a todos los hermanos y hermanas un mensaje de fuerza y el compromiso de seguir unidos en el futuro, a objeto de construir un futuro de mayor bienestar y libertad para nuestro pueblo. Pocos sectores del movimiento mapuche pueden mostrar ante nuestro pueblo los logros que los estudiantes han conquistado. Son cerca de 100 los universitarios mapuche que hoy residen en el remodelado Hogar Pelontuwe. Otros 100 lo hacen en el Hogar ubicado en Padre Las Casas, cuya construcción fue posible gracias al acuerdo inicial firmado el año 1997 y refrendado por el gobierno el año 2001. Otro centenar habita en alguno de los otros tres hogares, más pequeños, existentes en la capital regional. Y otro centenar lo hace en ciudades como Concepción y Valdivia, en hogares también logrados a punta de rebelión estudiantil. Constituyen la generación de recambio. El futuro de nuestra Nación / Azkintuwe

* Antropólogo. Ex dirigente del Hogar Mapuche Pelontuwe.

2 comentarios:

Unknown dijo...

esta wena la noticia, es emocionante de verdad, "la juventud del recambio" ajala asi sea y q el hogar siga el mismo camino, es bueno leer estas cosas te hacen recordar en lo que realmente te metiste al entrar al hogar cosa q ya se me estaba olvidando... es bueno ver los frutos de tanta lucha y organizacion de los lagmienes, compañeros tenemos q trabajar en ser mejores personas entre nosotros mismos y no tan individualistas, ni quien es mejor qn otro, eso va terminar por alejarnos, mas q mal vivmos juntos tenemos q tratar de llevarnos mejor y ser mejores personas eso no mas parece q me fui en la volaaaaa.... chau saludos.

Unknown dijo...

esta wena la noticia, es emocionante de verdad, "la juventud del recambio" ajala asi sea y q el hogar siga el mismo camino, es bueno leer estas cosas te hacen recordar en lo que realmente te metiste al entrar al hogar cosa q ya se me estaba olvidando... es bueno ver los frutos de tanta lucha y organizacion de los lagmienes, compañeros tenemos q trabajar en ser mejores personas entre nosotros mismos y no tan individualistas, ni quien es mejor qn otro, eso va terminar por alejarnos, mas q mal vivmos juntos tenemos q tratar de llevarnos mejor y ser mejores personas eso no mas parece q me fui en la volaaaaa.... chau saludos.